Cuando entregas tu vida entera a una persona en específico, corres el riesgo de sufrir mucho. Ninguna persona nace sabiendo cómo amar, ni conociendo el gran peligro que se corre a volverse dependiente de una persona, cuando llegas a sentir que sin ese ser especial no puedes vivir.
Se trata de la historia de una hermosa joven independiente. Ella siempre se vestía bonito y se maquillaba, para nadie en especial, solo para sí misma. Le gustaba lucir bien y hacer todo lo que la hacía feliz.
Esta joven decidió unirse en matrimonio con quien pensó sería el amor de su vida. Sin darse cuenta, poco a poco fue dejando de hacer todo aquello que le gustaba. Ya no se maquillaba ni se arreglaba, los tacones quedaron cubiertos de polvo al fondo del armario. Todo esto porque su marido le aseguraba que no le hacía falta arreglarse tanto, diciéndole que era mejor vestir vaqueros y zapatos deportivos.
Con el tiempo se convirtió en una completa señora, que se vestía como el resto del mundo y llevaba el cabello recogido en una coleta. La chica colorida y espontánea que alguna vez existió desapareció, para dejar solo a una mujer aburrida y común. Se conformaba con ese estilo de vida porque su esposo la amaba, y no podría pedir más.
Ella dejo todo de lado, su vida, su rutina, sus gustos y hasta su empleo, para poder complacerlo. Ya no había nada que la hiciera feliz, esa chispa de luz que había en su interior se había apagado por completo.
Sus familiares le advirtieron sobre esto, le dijeron que ella no era la misma, que ya no se veía feliz como antes. Pero solo consiguieron hacerla enfurecer, y su esposo le aseguró que eso no era cierto, y ella como siempre le creyó.
Siguió pasando el tiempo y él continuaba pareciendo el esposo perfecto, le daba todo lo que deseaba y la trataba como a una princesa. Pero un día ella comenzó a percibir algo extraño en él, comenzó a retarla y a tacharla de loca. En cierto punto le dijo que estaba cansado de que ella no buscara empleo. Y sin previo aviso le dijo que ya no sentía lo mismo por ella, que el amor se había esfumado.
La chica sintió como si le cayera encima un balde de agua fría, y decidió alejarse de él. Pero ella se había vuelto dependiente, así que terminó por regresar, aferrada a la idea de que era su alma gemela.
En su regreso él se comportó como todo un caballero, hasta que pronunció las palabras que terminaron de romperle el corazón a aquella chica. Le dijo que debería tener cuidado con su apariencia, hacer más ejercicio, rebajar y tonificar su cuerpo.
Esas palabras quedaron incrustadas en la mente de la chica como ningunas otras. Se dio cuenta de lo triste que era no sentirse linda, solo porque otra persona se lo dijo, es lo peor del mundo. Su autoestima estaba por el subsuelo, no permitía que nadie se le acerca.
Y el problema es que para ser verdaderamente linda, primero debes sentirte linda. No importa lo que digan los demás, tú eres la creadora de tu propia belleza. Esa chica se dio cuenta de esto y vio el grave error que había cometido.
Notó que el verdadero problema siempre fue ella al dejar de luchar por sí misma, al haber permitido que su esencia de difuminara por alguien más, al haber dejado de hacer las cosas que le gustaban para complacer a su pareja. Eran sus decisiones y lo olvidó, permitió que otra persona tomara el control de su vida.
Por esta razón es tan importante el amor propio, necesitas amarte a ti misma para no perderte nunca. Es tu deber amarte, aceptarte y serte completamente fiel en todo momento. No permitas que te sucede lo que le ocurrió a aquella pobre chica. Estás a tiempo de tomar mejores decisiones, estás a tiempo de respetarte a ti misma y a lo que verdaderamente quieres.
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