Un día le pregunté a Nao por qué se había comido el mango que había dejado en el refrigerador, si este era para hacer jugo. Acto seguido, comenzó a llorar desconsoladamente alegando que yo quería comerme toda la comida de la casa.
Decía que no tenía compasión por ella, porque desde su perspectiva, yo le había prohibido comer todo lo que viese en el refrigerador, cuando solo le había preguntado – ¿Por qué te comiste el mango que era para hacer jugo mañana?
Me gritó, me pellizcó y me dijo que no le hablara así… Pero ¿Así cómo?
- ¡ASÍ! – Exclamó, mientras seguía hundiéndose cada vez más en su mar de lágrimas y yo, sin poder entender cómo era que le hablaba mientras sostenía la jarra vacía que debía tener un fresco jugo de mango que ya no iba a poder ser más.
No era el mango lo que me molestaba, ni siquiera estaba molesto. Estaba confundido. Pues recién comenzábamos a convivir como una pareja bajo un mismo techo y nunca había experimentado este tipo de actitudes intensas, ni con ella, ni con nadie.
Este tipo de comportamientos se extendió a lo largo de una semana. Ya no era un mango, podía ser un helado, una palta o aguacate. También podía ser que me escuchaba respirar muy duro lo que la hacía estallar.
Al final de la semana, su periodo llegó, y sus emociones comenzaron a estabilizarse. Estaba eufórica, cantaba, ella ama cantar. Y hasta tenía ganas de grabar un TikTok por un nuevo challenge que se hacía viral.
Me pareció tan raro, pues en mi mente cavernícola y analfabeta emocional, siempre creí que las crisis emocionales surgían durante el periodo, no antes y eso era lo que más me confundía.
Al estar de buen humor, le pregunté qué había pasado, y ella solo me contestó: No lo sé, solo no te soportaba – A lo que le comenté, pues tampoco yo.
Lo sé, no era la mejor respuesta y me comporté como un cretino, pero la amo y estaba decidido a averiguar qué había hecho yo para que ella no me soportara.
Entendí, según sus palabras, que yo hacía ciertas cosas que le molestaban, pero esas cosas las hacía durante el resto del mes y no tenía tal reacción.
Pasó un mes sin eventualidades, y de nuevo estábamos a una semana de su periodo. Algo me decía que íbamos llegando a la punta de la montaña rusa y que debía sujetarme fuertemente porque lo que estaba por venir, no iba ser fácil.
Amanece, y solo para tantear el terreno, decidí dejar un minúsculo trozo de cáscara de huevo en su plato, justo al lado de sus huevos revueltos, muy visible.
Ella tiene la manía de ver muy detalladamente la comida, porque tiene miedo a siempre masticar algo desagradable, así que sabía que lo vería y oh sorpresa, empieza el llanto.
Ahí entendí que esto no era normal.
Ansiedad, depresión, cambios de humor repentino, irritabilidad y ataques de ira son alguno de los síntomas que el Trastorno disfórico premenstrual puede causar en una mujer, y Nao padecía de esto. Es una versión premium del síndrome premenstrual. Y con premium quiero decir: Más intenso.
Mi lógica me decía que algún problema con las hormonas tenía ella. Y no me equivoqué, su ginecóloga le recomendó un método anticonceptivo y fue santo remedio, pero también nos habló un poco más sobre este trastorno.
Lo que hace es intensificar todas las emociones propias de la persona, las desordena, las pone de cabeza, en otras palabras, las hormonas hacen una fiesta enorme dentro del cuerpo sin temor al mañana.
A algunas mujeres les dura solo 5 días. A Nao le duraba hasta 11 días y sufría esto desde sus 14 años de edad. Pensó toda su vida que sufría de una depresión, incluso se lo diagnosticaron. En su adolescencia dejó de ir al psicólogo pensando que ese problema era algo con lo que ella sola, tendría que aprender a lidiar.
Afortunadamente, la conocí y pude convivir con ella lo suficiente para entender que tenía un trastorno premenstrual grave.
El porcentaje de mujeres que lo sufre no es tan alto. Algunas lo presentan de forma leve y pueden vivir con ello toda su vida sin tratarlo. Otras, tienen una curva de emociones muy alteradas que puede desestabilizar, no solo su propia vida, sino también su vida en pareja.
Si te sientes relacionada con algo de esta historia, no lo pienses tanto, ve al ginecólogo, cuéntale tu caso y deja que te diga qué pasa con tus hormonas.
Ah! Antes que lo olvide. Una referencia que nos dio la ginecóloga fue: Las mujeres que sufren de esto, disminuyen su calidad de vida hasta un 50%, es como si viviesen solo 15 días al mes, porque el resto de los días, están luchando con sus hormonas y no pueden soportarse a sí mismas.
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