Estoy convencida de que tu mundo cambia, cuando cambian tus pensamientos.
Claro no siempre pensé así. Yo era bastante pesimista y de paso me quejaba de todo, y cuando no estaba quejándome, estaba inmersa en una profunda tristeza. Nada me alegraba la vida, todo me daba flojera. No era que estuviera deprimida sino que estaba llena de pensamientos negativos y pesimistas. Por eso las cosas no me salían bien y era mía la responsabilidad por mi mala actitud.
No aceptaba que nadie me hiciera ver el error en que estaba. Realmente sentía que la vida me castigaba constantemente, me hice mucho daño.
Me tomó muchísimo tiempo darme cuenta que mis acciones y mi vida estaban estrechamente vinculadas a lo que pensaba, a la forma como veía las cosas. Afortunadamente reconocí lo que me estaba pasando y lo más importante quería cambiar.
¿En qué consiste ese cambio?
Hay que cambiar la manera de pensar, se dice fácil pero no lo es. Cuesta mucho requiere de todo tu esfuerzo de controlar esos pensamientos negativos y grises. Cambiarlos por pensamientos positivos y optimistas.
Esa es la clave ¡Controlarlos!
Un ejemplo puede ser: un día te levantas optimista decidida a hacer los cambios para desechar esos pensamientos negativos. De un momento a otros te das cuentas que te estas quejando porque el café está muy caliente y te acabas de quemar la lengua, para colmo tu amiga no llega a recogerte y no llegarás a tiempo a la cita de odontología. Si sigues en esa línea de pensamientos ocurrirá que durante todo el día permitirás que pequeñas cosas te hagan sentir de mal humor.
Lo que debes hacer es que inmediatamente que percibes la incomodidad y ese espíritu de quejas, tienes que cancelarlo mentalmente. Y repite en voz alta «todo estará bien», respira profundo y sonríe.
Pero qué podemos hacer cuando son situaciones más complejas. Si son situaciones en la que podemos hacer algo para solucionarlo, hagamos lo que esté en nuestras manos y si a pesar de eso la situación sigue, aprende a descansar en Dios, a ver que todo lo que nos ocurre por muy malo que sea nos deja un aprendizaje una enseñanza de vida. Cuando manejas los problemas de esta manera podrás quitarte un gran peso emocional de encima, peso que muchas veces no nos deja caminar.
Terquedad y perseverancia ¿Cuál desechar y cuál dejar?
Una te ayudará a cambiar y la otra te hundirá en el fracaso.
Terquedad.
Te lleva a contradecir a los otros por el simple hecho de no querer dar la razón te conducirá a una mala actitud. La terquedad tiene mucho que ver con el orgullo y la falta de humildad.
Perseverancia.
La perseverancia te ayudará a alcanzar tus sueños en la vida. La persona perseverante es disciplinada y enfocada eso hace que se esfuerce y de lo mejor de sí. Además una persona perseverante tiene una buena actitud y eso la ayuda a mantenerse enfocada aunque las cosas no salgan como espera,
La perseverancia te llevará lejos y la terquedad te estancara, tú decides cuál cultivar.
Es bueno que tengas claro que la vida está llena de buenos y malos momentos, habrá días que querrás llorar y sentirte triste eso es válido hacerlo, lo importante es que no hagas de eso tu vida.
Recuerda que el dolor muchas veces es inevitable pero el sufrimiento es opcional.
Algo que te ayudará a ser feliz. es ser una persona bondadosa y agradecida. Hay más felicidad en dar que recibir. Y el agradecimiento es fundamental para ser felices, cuando somos agradecidos, comenzamos a darnos cuenta que tenemos más de lo que necesitamos para vivir.
Te invito a que hagas todo el esfuerzo por cambiar tus pensamientos negativos a pensamientos positivos y optimistas, valdrá la pena el esfuerzo que hagas por ser feliz.
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